sábado, 27 de junio de 2015

SPA DE 10: ¡MÁS AZÚCAR, MENOS MEMORIA!



SI QUIERES SER GENIO, “OLVIDA” GRASAS Y AZÚCAR
Relacionan el consumo de azúcar y grasas con pérdida de memoria, dificultades en el aprendizaje y en la capacidad de actuar ante distintas situaciones.

Un estudio  de la Oregon State University (OSU) indica que UNA DIETA ALTA EN GRASAS Y AZÚCAR MODIFICA LAS BACTERIAS DE LOS INTESTINOS. Este cambio estaría relacionado con una importante pérdida de flexibilidad cognitiva, que es la capacidad de adaptarse y ajustarse a situaciones de cambio. El efecto es mucho más marcado cuando se sigue UNA DIETA RICA EN AZÚCAR, QUE TAMBIÉN AFECTA LA MEMORIA Y EL APRENDIZAJE.

EL HALLAZGO NO ES NUEVO: hay varios estudios que demostraron una relación entre el consumo elevado de grasas y azúcar y el deterioro de las funciones cognitivas. Este comportamiento podría estar relacionado con la alteración del microbioma, una compleja mezcla del sistema digestivo que comprende a más de 100 billones de microorganismos.

La investigación de Oregon, cuyos hallazgos fueron publicados en el journal Neuroscience, fue realizada en laboratorio, donde se le suministraron distintas dietas a roedores durante cuatro semanas. Los animales tuvieron que pasar algunas pruebas, por ejemplo laberintos, durante las cuales se observaron cambios en sus funciones físicas y mentales, y también en las bacterias de sus intestinos.

Kathy Magnusson, profesora de la escuela de Medicina Veterinaria de la OSU, y principal investigadora del Linus Pauling Institute, DECLARÓ QUE ES CADA VEZ MÁS CLARO QUE LAS BACTERIAS DE LOS INTESTINOS O MICROBIOTA, SE PUEDEN COMUNICAR CON EL CEREBRO HUMANO. Y si bien todavía no se conoce la información que se envía, se están investigando las formas en que se procesa y sus efectos.

Magnusson explica que los roedores son un buen modelo para estudios relacionados con humanos, en especial en aspectos relacionados con el envejecimiento, la memoria especial y la obesidad. En este estudio se utilizaron animales jóvenes, que según la experta, tienen un sistema biológico más sano y apto para resistir cambios patológicos en su microbiota. Se supone que esta reacción desfavorable podría ser más pronunciada en animales más viejos, o humanos con problemas intestinales.

Durante las pruebas se observó un deterioro de algunas funciones mentales y físicas de los roedores que fueron alimentados con una dieta rica en grasas y azúcar. Los mismos no ocurrieron en animales que habían tenido una dieta normal.

Uno de los cambios más significativos observados en el experimento es lo que los investigadores llaman “FLEXIBILIDAD COGNITIVA”. Se trata de la capacidad de buscar una solución alternativa cuando no se puede hacer algo a lo que se está habituado.

Como ejemplo, Magnusson explica que si una ruta para volver a casa resulta familiar pero el camino está cerrado por algún motivo, será más fácil buscar una alternativa si se tiene UN ALTO NIVEL DE FLEXIBILIDAD COGNITIVA, que permite adaptarse a los cambios en forma casi inmediata.

La dieta tan habitual en los EE.UU. rica en grasas, azúcar y carbohidratos simples está estrechamente vinculada con enfermedades crónicas como la obesidad, y el Alzheimer. Y según surge de este trabajo, altera los sistemas bacteriologicos y pueden influir en el funcionamiento cerebral.

Otro publicado en la revista Brain, Behavior and Inmunity arroja idénticos resultados. Fue realizado por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia (UNSW) donde se realizó un experimento con ratones a los que también sometieron a una dieta de azúcar y grasas.

A los 6 días los científicos encontraron que los animales tenían una inflamación en la región del hipocampo, la parte del cerebro relacionada con la formación y almacenamiento de la memoria. Además, presentaron deterioro cognitivo, que se observó porque tenían menor capacidad de detectar un objeto cuando éste se había cambiado de ubicación.

La doctora Margaret Morris, autora principal del estudio y profesora de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNSW declaró: “Fue muy interesante notar que nuestros ratones no eran obesos, y estos cambios aparecieron en seis días. Sabemos que la obesidad causa inflamación en el cuerpo, pero hasta hace poco tiempo NO SE SABÍA QUE TAMBIÉN CAUSA MODIFICACIONES EN EL CEREBRO”.

"LO QUE ES TAN SORPRENDENTE DE ESTA INVESTIGACIÓN ES LA VELOCIDAD CON LA QUE SE PRODUJO EL DETERIORO DE LA COGNICIÓN", resaltó la experta. Morris agregó que lo más preocupante es que el daño no se revierte cuando las ratas regresan a una dieta saludable, y que el cambio en la memoria de los roedores SE OBSERVÓ AÚN ANTES DE QUE HUBIERA CAMBIOS EN EL PESO.

Estos alimentos afectan las funciones del cerebro

¿QUÉ IMPORTANCIA TIENEN LAS CALORÍAS EN NUESTRA DIETA?

¿Eres de las que al empezar una dieta, toma la calculadora y cuenta las calorías que ingerirá a partir de ese día? ¡Ojo! No comer más de lo que tu cuerpo necesita es importante para tu salud y para obtener resultados en la operación “PÉRDIDA DE PESO”.

Sin embargo, se cometen varios errores a la hora de contar el valor calórico que realmente tienen los alimentos así como a la hora de creer que ingerir menos calorías hará que adelgaces. Para que ello no afecte a los resultados sobre la balanza, toma nota de lo siguiente: “QUERER PERDER PESO CONTANDO LAS CALORÍAS PUEDE SER UN ERROR. POR VARIOS MOTIVOS, ES UN MÉTODO QUE NO RESULTA SALUDABLE: PUEDEN FALTARTE NUTRIENTES Y SOBRAR OTROS DE LOS QUE ABUSAS”, asegura Ana Márquez Guerrero, Diplomada en Nutrición Humana y Dietética, y nutricionista de Doctoralia.

Así pues, por un lado es importante tener en cuenta las calorías que tomas si pretendes perder peso, pero no te obsesiones con ellas ya que hay muchos más factores a tener en cuenta a la hora de seguir una dieta. Y además, no es lo mismo el valor calórico de un producto, que las calorías que tu cuerpo asume al ingerirlo.

Así, según Márquez: “Comer bien no es tomar un número de calorías al día, es equilibrio y suficiencia en nutrientes, sostenibilidad alimentaria, salud física y mental”, a lo que la nutricionista añade que “Es importante seguir el consejo dietético de un especialista”, ¡y practicar deporte! ¿Y cómo evito equivocarme a la hora de contar las calorías que necesito? Bien, la textura de los alimentos y el tiempo de digestión van directamente ligadas y tienen mucho que ver con la cantidad de calorías que tu cuerpo ingiere.

Por ejemplo, para LA COMIDA QUE CUESTA MÁS DE DIGERIR, TU CUERPO QUEMA MÁS CALORÍAS DURANTE EL ESFUERZO QUE REALIZA PARA DIGERIRLOS. Así que consulta con tu dietista qué menú te conviene para los retos que te has marcado.

“Es importante recordar que los nutrientes no sólo proporcionan calorías, sino también la capacidad de desarrollar una serie de funciones vitales que permiten mantener tu METABOLISMO BASAL, mínimo para vivir”, explica la nutricionista y dietista de Doctoralia. Por otro lado, hay alimentos que no se pueden digerir del todo o no son fáciles de digerir, así que tu cuerpo puede absorber toda su energía calórica. Por ejemplo, en el caso de algunos frutos secos, hay investigadores que afirman que tu cuerpo absorbe por lo menos un 25% más de las calorías que realmente tienen porque no se digieren del todo.

¿QUÉ CONCLUSIÓN SACAR DE TODO ESTO? La mejor manera de saber si tu dieta funciona es subirte a la balanza una vez por semana y comprobar si tu esfuerzo tiene resultado. Eso sí, no olvides lo siguiente: “Si solo cuentas las calorías sin tener en cuenta que las proporciona, puedes no perder las reservas grasas sino las musculares, o enfermar por falta de vitaminas o minerales, pues las dietas bajas en calorías, mal planteadas y no guiadas por un experto, tienen ese riesgo”, concluye la experta.

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