miércoles, 22 de mayo de 2013

SPA DE 10: VEGETARIANOS FIELES



LA COCINA VEGETARIANA DE MARY MCCARTNEY
Cuando Mary McCartney y sus tres hermanos eran pequeños e iban de vacaciones a la granja de la familia en Escocia, su padre emprendía la tarea de enseñarles todo sobre los hermosos alimentos que salían de la tierra.

Cuando Mary McCartney y sus tres hermanos eran pequeños e iban de vacaciones a la granja de la familia en Escocia, su padre emprendía la tarea de enseñarles todo sobre los hermosos alimentos que salían de la tierra.

“Papá solía recoger un nabo, partirlo a la mitad y decir: 'Prueben este nabo, es tan dulce’”, recordó mientras quemaba rebanadas de berenjena en una sartén. “Y nosotros sólo le decíamos: 'Sí, papá, como quieras’. Sólo nos burlábamos de él”.

Quizá haya consuelo en saber que ni los más famosos del planeta – el padre de McCartney tocó alguna vez el bajo en una banda de “skiffle” en Liverpool, conocida como los Beatles – se escapan de las burlas de sus descendientes.

Y para los padres a los que les preocupa que los momentos aprovechables para enseñar van y vienen sin que nadie preste atención, quizá sea tranquilizador enterarse que, al final, sí se asimiló la clase sobre los nabos escoceses que dio Paul McCartney.

De hecho, dijo Mary McCartney, “Ahora, nosotros mismos hemos recapacitado sobre eso”.

Como su padre y su madre, Linda, Mary McCartney es vegetariana fiel. Lo mismo que sus hermanos: Stella, diseñadora de modas; James, músico, y Heather, artista. Su primer libro de cocina, con un título bastante directo y revelador “Food”, acaba de salir a la venta en Estados Unidos.

Para el clan McCartney, al parecer, nunca hubo ninguna categoría segregada de “comida vegetariana”. Después de que Paul y Linda experimentaron un par de epifanías en los 1970 (incluida una que implicaba “a un camión enorme con un montón de pollos enjaulados”, contó Mary McCartney), simplemente, vegetariano era la forma en la que comía la familia.

Las recetas de “Food” reflejan la crianza de McCartney, así como la forma en la que tiende a cocinar ahora para su prole en Londres. Una fotógrafa consumada, tiene cuatro hijos – dos con su esposo, el cineasta Simon Aboud, y dos de un matrimonio anterior con Alistair Donald, un director y productor de televisión. Hasta donde ella sabe, todos sus hijos también son vegetarianos.

“Por el momento, lo están disfrutando”, dijo. “No es algo impuesto”.

Aunque sus recetas para platillos como la “minestrone” para chuparse los dedos, la tarta veraniega de espárragos, el pastel de helado Celebración y el queso de coliflor nunca llevan carne, no necesariamente se hacen a un lado los huevos, la mantequilla, el azúcar o el queso, y se mantienen al mínimo, afortunadamente, las pizcas de devoción.

Prefiere evitar las disputas nosotros contra ellos que solían hacer que salir a comer fuera con carnívoros pareciera una declaración de guerra. “Me impactó saber en cuántos debates me metía cuando cenaba”, recordó sobre esos días. “Perdón, te acabo de conocer, estoy cenando, ¿por qué estás en mi contra?'”. Describió el propósito de su libro de cocina como “comida que es saludable, pero no se siente de superioridad moral”.

En la cocina, a McCartney, de 43 años, se la percibe como una cocinera encantadoramente platicadora, aunque espontáneamente atolondrada. Durante una visita a Nueva York, estaba parada junto a una estufa, demostrando como preparar rollos de berenjena rellenos de espinacas, piñones y chedar intenso. Necesitaba salsa de soya para una marinada que quería embarrarle a las delgadas rebanadas de berenjena (agregando otro giro a la receta impresa), pero no podían encontrar un frasco. Tras buscar por todas partes, un asistente descubrió una provisión de paquetitos de salsa soya que ponen en la comida china para llevar.

“Oh, perfecto”, dijo McCartney. “Está perfecto”.

Tras embarrarlas, colocó las rebanadas de berenjena en una sartén. “Así es que la idea de esto es que adquieran un color marrón oscuro por ambos lados”, señaló. La sartén no era suya, y manifestó cierta preocupación que pudieran adherirse algunos pedazos de berenjena a la superficie caliente y aceitada.

“Si empiezan a pegarse, tendremos que hacer una reconsideración de emergencia”, dijo riendo. Claro, algo chamuscado no podía dañar. “Le da algo de sabor; está bien así, es lo que siempre digo, aunque no todos me creen.”.

McCartney también preparó una ensalada con chalotes, tomates asados y nueces tostadas, y si los chalotes no tenían la textura óptima, no se lamentaba por ello. “A la mejor los cociné demasiado”, musitó. “Es posible que estén algo blandos en la ensalada”.

Bueno, que así sea. Hasta Julia Child salpicaba la masa para panqueques de papa arriba de la estufa de cuando en cuando. Improvisar sobre la marcha puede ser el estilo de McCartney.
 

“Mi esposo decía: 'Realmente me gustó esa comida’, pero es probable que nunca volvamos a comerla, porque nunca las apunto”, comentó.

Por mucho que carezca de precisión, pareciera que lo compensa con ánimo. Al continuar con la preparación de la comida, expresó un anhelo nostálgico por una copa de vino, admitió que la canción de su padre “Live and Let Die” sigue siendo su favorita entre los himnos de las películas de James Bond (“Obviamente, estoy prejuiciada”, dijo), y argumentó que sólo hay una forma correcta de lidiar con el aceite de oliva extra, el queso derretido y los tomates recién salidos del horno.

“Saben que lo que sería bueno es tener un pedazo de pan con mantequilla y mojarlo en todo eso”, dijo. “Podría ser nuestro deber hacer eso”.

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