viernes, 3 de agosto de 2012

SPA DE 10: LA FICCIÓN DE LOS PRODUCTOS PARA ESTAR EN FORMA




En un estudio reciente sobre lo que dicen docenas de productos para estar en forma en cuanto a que mejoran el desempeño, investigadores no encontraron ni uno solo al que sustentara una investigación científica rigurosa. Más aún, los pocos a los que se ha evaluado a conciencia parecen no tener ningún efecto en la fortaleza, la resistencia, la velocidad o la reducción en la fatiga muscular.

En un estudio reciente sobre lo que dicen docenas de productos para estar en forma en cuanto a que MEJORAN EL DESEMPEÑO, investigadores no encontraron ni uno solo al que sustentara una investigación científica rigurosa. Más aún, los pocos a los que se ha evaluado a conciencia parecen no tener ningún efecto en la fortaleza, la resistencia, la velocidad o la reducción en la fatiga muscular.

“Todas las compañías dicen tener una base científica para estos productos”, notó el autor senior, el doctor Matthew Thompson, un científico clínico senior de la Universidad de Oxford. “Eso suena bien hasta que lo examinas desde un punto de vista científico y objetivo”.

Thompson y sus colegas analizaron la publicidad de bebidas para deportistas, suplementos orales, calzado, ropa y artículos como muñequeras y medias de compresión en 100 revistas de interés general y las 10 más importantes de deportes y para estar en forma de Gran Bretaña y Estados Unidos. Los investigadores excluyeron las revistas de culturismo, así como los anuncios de productos para bajar de peso, para la piel y de belleza, y equipo como bicicletas y aparatos para hacer ejercicio.

Los investigadores también examinaron los sitios web de cualquier producto que se dice mejora el desempeño o la recuperación; recopilaron todas las referencias hechas por los fabricantes a estudios que sustentan sus dichos. Luego, evaluaron los estudios, dándole la calificación más alta en calidad a las revisiones sistemáticas de pruebas aleatorias; el segundo lugar a las pruebas aleatorias individuales; el tercero, a los estudios no aleatorios, y la más baja a los estudios periciales y en animales.



Los investigadores examinaron 615 anuncios deportivos en revistas. De ellos, 54 decían que el producto mejoraba el rendimiento, pero sólo tres proporcionaban referencias. Los 53 sitios web que analizaron contenían 141 referencias.

Escribieron a las compañías para solicitar las referencias a cualquier investigación que ellos u otros hubieran hecho que no se mencionaran en sus anuncios o en sus sitios web. De las 42 compañías a las que contactaron, 27 respondieron y nueve proporcionaron material adicional. Al excluir duplicidades, libros sin pruebas clínicas, estudios no realizados en humanos, y encuestas de opinión y artículos sin datos, los fabricantes proporcionaron sólo 74 estudios que se pudieron analizar en términos de su valor científico.

Se clasificó a casi la mitad de los participantes en los 74 estudios como “GENTE COMÚN” que hace ejercicio, pero cerca de 40 por ciento eran atletas de resistencia y un 11 por ciento, profesionales. No quedaron claro quiénes fueron los participantes de un estudio.

El análisis, publicado en la revista BMJ Open en Internet en julio, encontró que sólo tres de los estudios proporcionados por los fabricantes eran de alta calidad, con bajo riesgo de estar prejuiciados, pero en ninguno se probó un producto particular como una intervención. Dos son sobre el efecto de la suplementación de ácido linoleico y uno controlado de citrato de magnesio en el tratamiento de calambres en las piernas. Los tres tuvieron resultados negativos.

Un fabricante de bebidas y píldoras con proteínas, encontraron los investigadores, sustentaba lo dicho en su publicidad con un estudio comparativo del efecto de distintas dietas en el metabolismo de las ratas, publicado en 1930.

Según Thompson, Coca Cola, que fabrica Powerade, entregó 10 estudios. Uno se financió con una subvención ilimitada aportada por Coca Cola, y otro, por el director del instituto Gatorade Sports Science.

“LAS COMPAÑÍAS DE BEBIDAS CREARON UN MERCADO”, dijo Thompson, “al crear una enfermedad llamada 'deshidratación’, que necesita tratarse o prevenirse con estas bebidas costosas; caras no sólo en su costo, sino en azúcar e ingesta de calorías”.



En un correo electrónico, una portavoz de Powerade escribe: “Siempre confiamos en ciencia sólida, basada en evidencia, para asegurar que nuestros productos cumplen su promesa a los consumidores. Powerade se desarrolló en colaboración con expertos en ciencia deportiva”.

La Asociación Estadounidense de Bebidas, un organismo gremial, dijo en un correo electrónico que el estudio “exhibe un claro prejuicio al no tomar en cuenta investigación sobre bebidas para deportistas ampliamente aceptada”. No menciona ningún ejemplo específico de esa investigación.

Kay Dickersin, una experta que no participó en el estudio y catedrática de Epidemiología en la Escuela Bloomberg de Salud Pública en Johns Hopkins, tenía algunas dudas sobre los métodos de los autores.

“PARA SABER SI LO QUE DICEN ES CORRECTO”, dijo, “tendrías que hacer una revisión sistemática de cada tema. Hasta donde llegaron con los métodos, están bien, pero lo que dicen que hacen es demasiado contundente para los datos. Puede haber evidencia en alguna parte que sustente lo que dicen las compañías”.

No obstante, continuó Dickersin, “supongo que lo que dicen estas compañías es más contundente de lo que debería ser, y no hay muchos datos que las respalden”.

La doctora Y. Claire Wang, catedrática adjunta de política sanitaria y administración en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Columbia, se impresión con la diligencia de los autores. “Fueron muy meticulosos al tratar de rastrear la evidencia”, comentó, “y reconozco que tienen mucho mérito”.

Los autores reconocen que aunque trataron de usar una muestra representativa de lo que dicen los fabricantes, es posible que los productos que analizaron hayan estado “EN EL PEOR EXTREMO DEL ESPECTRO”, así como que de haber tenido más tiempo, algunas de las compañías podrían haber proporcionado más referencias.

“Es un estudio interesante, y no me sorprende para nada que la evidencia no esté realmente ahí para sustentar la mayor parte de lo que se dice”, dijo el doctor Eric B. Bass, un profesor de medicina en Johns Hopkins, quien no participó en el estudio. “En tanto atleta aficionado, me doy cuenta de cuán poderoso es ese impulso de querer tomar algo que promete ayudarte a mejorar tu rendimiento sin tener que practicar más duro. Pero siempre me sorprende cómo es que están disponibles muchos productos, y, como alguien que hace medicina basada en la evidencia, siempre he sido algo escéptico de los beneficios que proporcionan”.

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