¡VIVA! DORMIRÉ MUCHO
EL FIN DE SEMANA
Según un estudio, los adolescentes que acumulan las horas
de sueño al final de la semana sufren un desfase entre su reloj biológico y su
reloj social que DISMINUYE SU RENDIMIENTO COGNITIVO
Por término medio, las personas dedican más de 175.000 horas
a la agradable tarea de dormir. Más que por vicio, que también, parece
ser que si cada persona le dedica la tercera parte de la vida a esta actividad
es porque el sueño cumple la importante función de recuperar el equilibrio
fisiológico interno (homeostasis). Gracias a esto, tanto el cuerpo
como LA
MENTE «RECARGAN LAS PILAS» y se preparan para un nuevo día.
Pero en realidad cualquier momento no es bueno para dormir. De forma natural el organismo tiende
a sincronizarse con la luz del día y a repetir cada día el mismo ciclo. Pero
los hábitos de vida y la propia biología tienden a desajustar este reloj, y
entonces llega el agotamiento tanto físico como mental. Esto es especialmente
importante cuando se trata de adolescentes o niños que están en pleno proceso
de crecimiento. En este sentido, investigadores de la Universidad
Complutense de Madrid han publicado un estudio en la revista «Chronobiology
International» en el que HAN CONCLUIDO que los adolescentes que duermen
poco entre semana pero mucho los fines de semana (unas tres horas más)
registran un menor rendimiento académico y cognitivo que aquellos que descansan
de forma más regular.
«Los adolescentes, sobre todo las chicas, tienden a dormir
más los fines de semana respecto a los días de diario», explica Juan Francisco Díaz-Morales,
profesor de Psicología Diferencial en la Universidad Complutense. Esto implica,
según él, «QUE EXPERIMENTEN UN MAYOR "JET-LAG" SOCIAL», es
decir, que haya un desfase entre las preferencias personales y los horarios
impuestos socialmente, LO QUE PROVOCA UN DESCANSO DEFICIENTE.
Este fenómeno se origina cuando el reloj biológico de las
personas vespertinas (que tienden a estar más activas por la tarde y la noche)
las lleva a acostarse tarde aunque al día siguiente tengan que madrugar, como
le ocurre a los adolescentes que van al instituto. Y no solo a ellos, LOS
ADULTOS MÁS VESPERTINOS que siguen horarios matutinos (los
mayoritarios en la sociedad), experimentarán también con más intensidad este
«jet-lag» social, tal como indican muchos estudios.
PEORES HABILIDADES
VERBALES
Después de estudiar los patrones de sueño y las habilidades
cognitivas de 796 personas de entre 12 y 16 año, los investigadores concluyeron
que este desfase del sueño está asociado con PEORES NOTAS Y UN MENOR
RENDIMIENTO EN LAS HABILIDADES COGNITIVAS VERBALES, ESPACIALES, DE RAZONAMIENTO
Y NÚMERICAS. Y lo que es más, este efecto es más claro en las
chicas que en los chicos.
«En las jóvenes, el "jet-lag" social se
relaciona con un peor rendimiento en todas las pruebas de habilidades
cognitivas (excepto la prueba de fluidez verbal) y con peores notas
académicas», destaca Díaz-Morales. Mientras que en los chicos, el sueño irregular
está más asociado a un peor rendimiento en pruebas de razonamiento inductivo y
de aptitud numérica. «Los expertos sobre el sueño indican que LAS
HORAS DE SUEÑO PERDIDAS NO SE RECUPERAN», sentencia el investigador.
Los investigadores proponen varias causas para este fenómeno
de desfase. «Hay unos factores biológicos durante la pubertad que marcan esta
preferencia por la tarde entre adolescentes. Además, hay otros factores
psicológicos y sociales», propone Díaz-Morales.
«En este sentido, los adolescentes que usan con más
frecuencia los dispositivos como tabletas o móviles por la noche, incluso en la
cama, están expuestos a una fuente adicional de luz que hace que su reloj
biológico interprete que aún es de día, lo que se traduce en el retraso de
inicio del sueño». Aparte de la tecnología, «las actividades
sociales, (ejercicio físico, ver la televisión, uso de internet, etc) y los
factores psicológicos (horarios impuestos por los padres o las relaciones con
los amigos), repercuten también en una mayor preferencia por estar activo por
la noche».
Aunque ya se sabía que dormir poco es malo para el
rendimiento, este es uno de los primeros estudios en lo que esto se estudia
fuera del laboratorio, y además diferenciando entre sexos. Díaz-Morales explica que las
siguientes investigaciones explorarán cómo el género de los chicos influye
sobre las causas de preferir la mañana o la tarde.
¿POR QUÉ CUESTA TANTO
MADRUGAR?
Un reloj biológico mide el paso del tiempo y regula nuestra
sensación de sueño. La luz y los móviles pueden desajustarlo
CUANDO DESPERTAMOS TENEMOS UN BAJO RENDIMIENTO FÍSICO Y MENTAL DEBIDO A
LA INERCIA DEL SUEÑO
A lo largo de nuestra vida, la mayoría de nosotros pasará más
de 175.000 horas durmiendo, de hecho, en teoría invertimos la tercera parte de
nuestros días en hacerlo. Hay científicos que sostienen que DORMIR
ES ESENCIAL PARA RECUPERAR EL EQUILIBRIO FISIOLÓGICO INTERNO (homeostasis) y
otras consideran que se produce gracias a un mecanismo interno que nos programa
para dormir durante la noche para protegernos de accidentes y depredadores, al
mismo tiempo que ahorramos energía. Sea como sea, lo cierto es que
la somnolencia siempre suele llegarnos a la misma hora, que cuando suena el
despertador nos sentimos agotados pero que al cabo de media hora nos
encontramos mejor, o que, mientras que un oso perezoso se pasa 20 horas al día
durmiendo, un caballo solo necesita dos. ¿Por qué ocurre todo esto?
El principal motivo es que en ALGUNOS SERES VIVOS HAY RELOJES
BIOLÓGICOS CAPACES DE MEDIR EL TIEMPO Y DE ACTIVAR Y DESACTIVAR FUNCIONES DEL
ORGANISMO, COMO EL SUEÑO. Así, al igual que las bacterias se
sincronizan con el medio ambiente para regular sus funciones básicas, en el ser
humano hay un auténtico reloj que conserva su propio ritmo y que también se
ajusta con el entorno. Este reloj, es capaz de sincronizarse con
los ciclos de luz y oscuridad que se suceden con el paso de los días y las
noches y regular nuestras etapas de sueño-vigilia.
«El ritmo de sueño-vigilia está controlado por un reloj
neural localizado en el hipotálamo cerebral, concretamente en los núcleos
supraquiasmáticos (detrás de los ojos, en el cerebro). Se trata de dos núcleos
constituidos por unos pocos miles de neuronas con capacidad de generar la
mayoría de los ritmos biológicos del organismo», explica Juan Antonio Madrid,
catedrático en Fisiología en la Universidad de Murcia y responsable del
Laboratorio de Cronobiología. Esta institución, investiga la relación existente
entre los ritmos biológicos y el envejecimiento. «CADA NEURONA DEL RELOJ BIOLÓGICO
CEREBRAL ES UN RELOJ EN SÍ MISMA. Estas neuronas se activan periódicamente
cada 24 horas gracias a la existencia de unos genes y proteínas reloj que
generan un ritmo de aproximadamente 24 horas en la actividad de la neurona».
(Entrevista completa aquí).
Lejos de ser perfecto, este mecanismo tiene cierta tendencia
a retrasarse y siempre requiere ajustarse con el exterior. Según explica
Madrid, la alternancia de luz-oscuridad, que se percibe a través de la retina,
es el principal sincronizador ambiental, pero «los horarios de comidas, de
ejercicio físico e incluso los condicionantes sociales y horarios de sueño
pueden colaborar en dicha sincronización». Este conjunto de factores que
ajustan los ritmos se llaman sincronizadores o «zeitgebers» (en alemán, MARCADORES
DE TIEMPO).
LA VIDA ES RITMO
Gracias, entre otras cosas, a estos relojes y
sincronizadores, la mayoría de las especies que viven en la superficie de la
Tierra se han adaptado al cambio regular entre períodos de luz y oscuridad que
ocurren cada 24 horas y han desarrollado los llamados ritmos circadianos
(circadiano significa que dura aproximadamente un día). Así, mientras que los
humanos duermen durante la mayor parte de la noche (muy probablemente porque
durante la noche son muy vulnerables), los animales nocturnos, como las ratas,
duermen durante la mayor parte del día. Pero, aparte de los ciclos
sueño-vigilia, la inmensa mayoría de los procesos fisiológicos, bioquímicos y
conductuales muestran en alguna medida ritmicidad circadiana, según se explica
en «Biopsicología», de John P. J. Pinel.
Sea como sea, a lo largo del sueño humano, se relaja la
musculatura, cambia la frecuencia respiratoria y el cerebro experimenta cuatro
fases distintas en su actividad de ondas eléctricas. Como si se tratara de las
ondulaciones que se producen en la superficie de un lago al tirar una piedra,
hay períodos dominados por olas altas y lentas, durante el sueño profundo, y
otros de olas bajas y rápidas, durante el sueño superficial. Durante
esta etapa, se produce la famosa fase de movimientos oculares rápidos (REM, en
inglés), aparecen la mayoría de los sueños, SUBE LA TENSIÓN ARTERIAL Y
SIEMPRE HAY ALGÚN GRADO DE ERECCIÓN DEL CLÍTORIS O DEL PENE.
Durante la fase REM se producen la mayoría de los sueños
FOTO: Robert Couse-Baker
Todo este proceso finaliza en ocasiones cuando suena el
despertador. Inmediatamente tras el despertar sufrimos un periodo de bajo
rendimiento físico y mental conocido como inercia del sueño. Su intensidad y
duración dependerá, sobre todo, de la fase del sueño en la que despertemos. Tal
como explica Juan Antonio Madrid, «si lo hacemos durante el sueño REM, la
inercia de sueño será breve y nos sentiremos despejados en poco tiempo. Sin
embargo, si nos despertamos durante una fase profunda del sueño la sensación de
cansancio y falta de reflejos será más intensa y duradera». El motivo
es, según dice, que para dormir bien la temperatura del cerebro debe bajar, y
para despertar, subir. Y por eso, «por la mañana, hasta que la temperatura
cerebral no alcanza un cierto valor, la inercia de sueño se mantendrá».
EFECTOS DE LA PRIVACIÓN
DEL SUEÑO
Pero, ¿qué pasa cuando se pierde el ajuste de esta compleja
maquinaria y los ritmos biológicos del sueño se desincronizan? Entonces, «se
favorece la aparición y agravamiento de numerosas patologías como diabetes,
hipertensión, deterioro cognitivo, depresión, inmunodepresión, envejecimiento
acelerado, etc», tal como explica el catedrático en fisiología. Por
otro lado, los científicos han visto que, incluso niveles moderados de privación
de sueño (tres o cuatro horas en una noche), son capaces de aumentar el grado
de somnolencia, de alterar el estado de ánimo y de hacernos perder capacidad de
vigilancia, tal como se cita en la obra de Pinel.
Y, CUANDO LA PRIVACIÓN DE SUEÑO SE PROLONGA A
DOS O TRES DÍAS, los sujetos experimentan microsueños de
dos o tres segundos en los que se le cierran los párpados y los sujetos pierden
sensibilidad a los estímulos, incluso cuando están sentados o de pie.
Aparte de esto, se han observado muchos efectos de la privación del sueño sobre
las funciones cognitivas, fisiológicas y de rendimiento motor, pero los datos
obtenidos hasta ahora están lejos de ser concluyentes.
¿CÓMO SE DUERME EN
ESPAÑA?
«La sociedad española, en general, adolece de una privación
crónica de sueño producida en parte por un retraso excesivo en los horarios
aceptados socialmente para ir a dormir (…). Además de los hábitos vespertinos
de los españoles, producto de nuestra cultura y del clima que favorece la vida
social, el hecho de que nuestra hora oficial no coincida con la hora solar que
nos corresponde según nuestra localización geográfica (vivimos con el mismo
horario de Alemania del Este) sin duda alguna contribuye a mantener y agravar
el problema».
Pero lejos de tratarse de un problema español, en opinión de
Madrid «el tiempo dedicado a dormir ha ido reduciéndose en todos los países
desarrollados de forma progresiva, sobre todo como consecuencia de ir
retrasando el horario de ir adormir». Además, explica que entre los factores
que lo causan está la exposición a la luz nocturna, la iluminación de los
dispositivos electrónicos que nos mantienen iluminados y activados antes de
dormir y la tendencia a retrasar los horarios de ocio nocturno hasta altas
horas de la madrugada, entre otras cosas.
AJUSTAR EL RELOJ DEL
SUEÑO
Por último, Juan Antonio Madrid explica que la solución
podría ser hacer coincidir el tiempo social con el tiempo biológico: «PARA
ADELANTAR DE FORMA NATURAL EL HORARIO DE SUEÑO, DEBEREMOS DESCONECTAR DE
ACTIVIDADES ESTIMULANTES, AL MENOS UN PAR DE HORAS ANTES DE DORMIR; la
cena debe ser ligera y unas 3 horas antes, para acabar la digestión una vez
iniciado el sueño; exponernos a luces cálidas y de poca intensidad antes de
dormir y tomar la primera luz del día. Todo esto nos ayudará a sentir sueño
antes y dormir el tiempo que necesitamos».
Eso, o recurrir al sueño polifásico, que consiste en dormir
más de una vez al día. De hecho, según la leyenda, LEONARDO DA VINCI CONSIGUIÓ
SUS LOGROS ARTÍSTICOS Y DE INGENIERÍA TAN SOLO DURMIENDO UNA HORA Y MEDIA AL
DÍA, ECHÁNDOSE PEQUEÑAS SIESTAS DE QUINCE MINUTOS CADA CUATRO HORAS.
Después de probar este método, el artista Giancarlo Sbragio escribió: «¡Qué
bella se hizo mi vida! DESCUBRÍ AMANECERES, DESCUBRÍ SILENCIO Y
CONCENTRACIÓN. Tenía más tiempo para estudiar y escribir (mucho más que
tenía antes). Tenía más tiempo para mí mismo, para pintar y para desarrollar mi
carrera».
¿POR QUÉ TENEMOS TANTO
SUEÑO CUANDO SUENA EL DESPERTADOR POR LA MAÑANA?
La sensación de somnolencia puede ser reflejo de algún
problema de salud o de un trastorno que nos impide dormir bien
Suena el despertador y de golpe el día amenaza con
expulsarnos del calor y la comodidad de la cama. En ocasiones el cuerpo y los
párpados pesan tanto, que hasta se podría decir que duele moverse.
Según los expertos, esa sensación puede indicar tres cosas
distintas: que simplemente no hemos dormido las horas necesarias, (entonces se
habla de somnolencia), que sencillamente no hemos descansado debido a un
trastorno del sueño, o que tenemos algún problema de salud o alimentación que
nos hace estar cansados (en los dos últimos casos, se habla de fatiga).
«DORMIR NO ES LO MISMO QUE DESCANSAR. Se puede dormir seguido pero sin
llegar al sueño más profundo, con lo cual, al día siguiente estaremos cansados
y somnolientos», explica Eduard Estivill, doctor y director de la Clínica del
Sueño Estivill. «El sueño es como un taller de reparación, restauración y memorización
durante el que volvemos a cargar las pilas, tanto física como mentalmente. Si
el taller, es decir, el sueño, no dura lo suficiente o no es profundo, puede no
ser reparador y dar lugar a la somnolencia diurna». (Entrevista con el
doctor Estivill aquí).
Cuando eso ocurre, las consecuencias pueden ir más allá de
una mera sensación de cansancio. «PODEMOS TENER FATIGA, OJOS ENROJECIDOS,
PESADEZ EN EL CUERPO Y DEBILIDAD», enumera Estivill. Y en el aspecto
psíquico, «pérdida de concentración y de memoria, lentitud de reflejeos,
irritabilidad, inestabilidad emocional, etc».
NO DORMIMOS LO
SUFICIENTE
Y no se trata de un problema infrecuente. Según el doctor
Estivill, «la gran mayoría de la población adulta española va corta de sueño.
Dormimos casi una hora menos en promedio que el resto de los europeos». Y la
famosa estrategia de «recargar las pilas» el fin de semana no funciona, en su
opinión: «No sirve aquello de que entre semana dormimos seis horas y el fin de
semana las recuperamos. EL SUEÑO NO SE RECUPERA, SE PIERDE, COMO EL
TIEMPO».
De hecho, según datos del Instituto Nacional del Sueño de
Estados Unidos, alguno de los 88 trastornos del sueño identificados por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), provocan que el 43% de los
estadounidenses encuestados diga que no duerme bien durante la semana y que el
20% se sienta alguna vez tan somnoliento como para tener problemas de
rendimiento laboral o escolar y en la calidad de sus relaciones.
Esto puede tener varias consecuencias a largo plazo: «la
privación crónica de sueño, produce cambios fisiológicos que pueden precipitar
la aparición de enfermedades como la diabetes y la hipertensión», explica el
Doctor Diego García Borreguero, experto en trastornos del sueño, en la web del
Instituto del Sueño. Y, según dice, en las investigaciones «se intuye una
relación entre la falta de sueño y la mayor incidencia de algunas enfermedades
hormonales, cardiovasculares, inmunológicas y psiquiátricas».
CLÍNICAS DEL SUEÑO
Para tratar estos trastornos del sueño, los pacientes pueden
someterse a estudios de polisomnografía en las clínicas de sueño. Allí
se evalúan varios parámetros físicos y cerebrales durante el sueño de los
afectados, como LOS NIVELES DE OXÍGENO EN SANGRE, LAS ONDAS CEREBRALES O LA
ACTIVIDAD DE LOS MÚSCULOS, y, posteriormente, se busca el tratamiento adecuado.
Según explica Borreguero en «Webconsultas.com», la apnea del sueño (somnolencia
diurna, sueño intranquilo, fuertes ronquidos) es la causa más frecuente por la
cual los pacientes acuden a su consulta.
En otros casos, el agotamiento que se experimenta cuando
suena el despertador no refleja que nuestro cuerpo necesite dormir más horas. Causas
tan dispares como el embarazo, la anemia, el cáncer, el hipotiroidismo, los
medicamentos o la depresión, pueden provocar sensación de fatiga.
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