SI QUIERES SER GENIO, “OLVIDA” GRASAS Y AZÚCAR
Relacionan el consumo de azúcar y grasas con pérdida de
memoria, dificultades en el aprendizaje y en la capacidad de actuar ante
distintas situaciones.
Un estudio de la
Oregon State University (OSU) indica que UNA DIETA ALTA EN GRASAS Y AZÚCAR MODIFICA
LAS BACTERIAS DE LOS INTESTINOS. Este cambio estaría relacionado con
una importante pérdida de flexibilidad cognitiva, que es la capacidad de
adaptarse y ajustarse a situaciones de cambio. El efecto es mucho más marcado
cuando se sigue UNA DIETA RICA EN AZÚCAR, QUE TAMBIÉN AFECTA LA MEMORIA Y EL
APRENDIZAJE.
EL HALLAZGO NO ES NUEVO: hay varios estudios que demostraron una
relación entre el consumo elevado de grasas y azúcar y el deterioro de las
funciones cognitivas. Este comportamiento podría estar relacionado
con la alteración del microbioma, una compleja mezcla del sistema digestivo que
comprende a más de 100 billones de microorganismos.
La investigación de Oregon, cuyos hallazgos fueron publicados
en el journal Neuroscience, fue realizada en laboratorio, donde se le
suministraron distintas dietas a roedores durante cuatro semanas. Los animales
tuvieron que pasar algunas pruebas, por ejemplo laberintos, durante las cuales
se observaron cambios en sus funciones físicas y mentales, y también en las
bacterias de sus intestinos.
Kathy Magnusson, profesora de la escuela de Medicina
Veterinaria de la OSU, y principal investigadora del Linus Pauling Institute, DECLARÓ
QUE ES CADA VEZ MÁS CLARO QUE LAS BACTERIAS DE LOS INTESTINOS O MICROBIOTA, SE
PUEDEN COMUNICAR CON EL CEREBRO HUMANO. Y si bien todavía no se
conoce la información que se envía, se están investigando las formas en que se
procesa y sus efectos.
Magnusson explica que los roedores son un buen modelo para
estudios relacionados con humanos, en especial en aspectos relacionados con el
envejecimiento, la memoria especial y la obesidad. En este estudio se
utilizaron animales jóvenes, que según la experta, tienen un sistema biológico
más sano y apto para resistir cambios patológicos en su microbiota. Se supone
que esta reacción desfavorable podría ser más pronunciada en animales más
viejos, o humanos con problemas intestinales.
Durante las pruebas se observó un deterioro de algunas
funciones mentales y físicas de los roedores que fueron alimentados con una
dieta rica en grasas y azúcar. Los mismos no ocurrieron en animales que habían
tenido una dieta normal.
Uno de los cambios más significativos observados en el
experimento es lo que los investigadores llaman “FLEXIBILIDAD COGNITIVA”.
Se trata de la capacidad de buscar una solución alternativa cuando no se puede
hacer algo a lo que se está habituado.
Como ejemplo, Magnusson explica que si una ruta para volver a
casa resulta familiar pero el camino está cerrado por algún motivo, será más
fácil buscar una alternativa si se tiene UN ALTO NIVEL DE FLEXIBILIDAD COGNITIVA,
que permite adaptarse a los cambios en forma casi inmediata.
La dieta tan habitual en los EE.UU. rica en grasas, azúcar y
carbohidratos simples está estrechamente vinculada con enfermedades crónicas
como la obesidad, y el Alzheimer. Y según surge de este trabajo, altera los
sistemas bacteriologicos y pueden influir en el funcionamiento cerebral.
Otro publicado en la revista Brain, Behavior and Inmunity
arroja idénticos resultados. Fue realizado por la Facultad de Ciencias Médicas
de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia (UNSW) donde se realizó
un experimento con ratones a los que también sometieron a una dieta de azúcar y
grasas.
A los 6 días los científicos encontraron que los
animales tenían una inflamación en la región del hipocampo, la parte del
cerebro relacionada con la formación y almacenamiento de la memoria.
Además, presentaron deterioro cognitivo, que se observó porque tenían menor
capacidad de detectar un objeto cuando éste se había cambiado de ubicación.
La doctora Margaret Morris, autora principal del estudio y
profesora de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNSW declaró: “Fue
muy interesante notar que nuestros ratones no eran obesos, y estos cambios
aparecieron en seis días. Sabemos que la obesidad causa inflamación en el
cuerpo, pero hasta hace poco tiempo NO SE SABÍA QUE TAMBIÉN CAUSA
MODIFICACIONES EN EL CEREBRO”.
"LO QUE ES TAN SORPRENDENTE DE ESTA INVESTIGACIÓN ES LA
VELOCIDAD CON LA QUE SE PRODUJO EL DETERIORO DE LA COGNICIÓN", resaltó la experta. Morris agregó
que lo más preocupante es que el daño no se revierte cuando las ratas regresan a
una dieta saludable, y que el cambio en la memoria de los roedores SE OBSERVÓ
AÚN ANTES DE QUE HUBIERA CAMBIOS EN EL PESO.
Estos alimentos afectan las funciones del cerebro
¿QUÉ IMPORTANCIA TIENEN
LAS CALORÍAS EN NUESTRA DIETA?
¿Eres de las que al empezar una dieta, toma la calculadora y
cuenta las calorías que ingerirá a partir de ese día? ¡Ojo! No
comer más de lo que tu cuerpo necesita es importante para tu salud y para
obtener resultados en la operación “PÉRDIDA DE PESO”.
Sin embargo, se cometen varios errores a la hora de contar el
valor calórico que realmente tienen los alimentos así como a la hora de creer
que ingerir menos calorías hará que adelgaces. Para que ello no afecte a los
resultados sobre la balanza, toma nota de lo siguiente: “QUERER PERDER PESO CONTANDO LAS
CALORÍAS PUEDE SER UN ERROR. POR VARIOS MOTIVOS, ES UN MÉTODO QUE NO RESULTA
SALUDABLE: PUEDEN FALTARTE NUTRIENTES Y SOBRAR OTROS DE LOS QUE ABUSAS”,
asegura Ana Márquez Guerrero, Diplomada en Nutrición Humana y Dietética, y
nutricionista de Doctoralia.
Así pues, por un lado es importante tener en cuenta las
calorías que tomas si pretendes perder peso, pero no te obsesiones con ellas ya
que hay muchos más factores a tener en cuenta a la hora de seguir una dieta.
Y además, no es lo mismo el valor calórico de un producto, que las calorías que
tu cuerpo asume al ingerirlo.
Así, según Márquez: “Comer bien no es tomar un número de
calorías al día, es equilibrio y suficiencia en nutrientes, sostenibilidad
alimentaria, salud física y mental”, a lo que la nutricionista
añade que “Es importante seguir el consejo dietético de un especialista”, ¡y
practicar deporte! ¿Y cómo evito equivocarme a la hora de contar las calorías
que necesito? Bien, la textura de los alimentos y el tiempo de digestión van
directamente ligadas y tienen mucho que ver con la cantidad de calorías que tu
cuerpo ingiere.
Por ejemplo, para LA COMIDA QUE CUESTA MÁS DE DIGERIR, TU
CUERPO QUEMA MÁS CALORÍAS DURANTE EL ESFUERZO QUE REALIZA PARA DIGERIRLOS.
Así que consulta con tu dietista qué menú te conviene para los retos que te has
marcado.
“Es importante recordar que los nutrientes no sólo
proporcionan calorías, sino también la capacidad de desarrollar una serie de
funciones vitales que permiten mantener tu METABOLISMO BASAL, mínimo
para vivir”,
explica la nutricionista y dietista de Doctoralia. Por otro lado, hay alimentos
que no se pueden digerir del todo o no son fáciles de digerir, así que tu
cuerpo puede absorber toda su energía calórica. Por ejemplo, en el caso de
algunos frutos secos, hay investigadores que afirman que tu cuerpo absorbe por
lo menos un 25% más de las calorías que realmente tienen porque no se digieren
del todo.
¿QUÉ CONCLUSIÓN SACAR DE TODO ESTO? La mejor manera de saber si tu dieta
funciona es subirte a la balanza una vez por semana y comprobar si tu esfuerzo
tiene resultado. Eso sí, no olvides lo siguiente: “Si solo cuentas las calorías sin
tener en cuenta que las proporciona, puedes no perder las reservas grasas sino
las musculares, o enfermar por falta de vitaminas o minerales, pues las dietas
bajas en calorías, mal planteadas y no guiadas por un experto, tienen ese
riesgo”, concluye la experta.
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