ES ATACADO POR “EL SORPRENDENTE EFECTO DEL AZÚCAR”
No sólo las golosinas tienen azúcar: las frutas y la miel la
contienen en altas cantidades.
En español no existe un refrán semejante, pero en inglés hay
un dicho que afirma “feed a cold, don't starve it”. Es decir, “DA
DE COMER AL RESFRIADO, NO LO MATES DE HAMBRE”. Es una de esas fórmulas
de BOTICA
DE LA ABUELA que nos recuerdan con una frase memorable lo que debemos
hacer si nos ponemos malos. Sin embargo, el profesor de inmunobiología Ruslan
Medzhitov, uno de los grandes expertos mundiales en el Sistema Inmunitario y la Respuesta
Inflamatoria, tiene algo que decir respecto a esta fórmula.
Es lo que expone en su último trabajo, publicado en la
revista 'Cell': es posible, sugiere, que debamos dar de comer a un resfriado,
pero solo si se trata de una infección viral. Si, por el contrario, se trata
de una infección bacteriana, quizá haríamos bien en pasar un poco de hambre.
Especialmente si somos ratas, el animal en el que el científico nacido en la
Unión Soviética ha realizado sus experimentos para publicar 'Opposing Effects
of Fasting Metabolism on Tissue Tolerance in Bacterial and Viral Inflammation',
ya que comparten con el hombre gran parte de Características Metabólicas,
especialmente
en lo que se refiere a la sepsis, la respuesta sistémica a una infección que
puede llegar a provocar la muerte.
En ello juega un papel de radical importancia la glucosa, una
clase de azúcar que puede encontrarse en alimentos como el azúcar de mesa, la
miel, las frutas o el pan. “Hemos averiguado que, mientras que la
utilización de la glucosa era necesaria para la supervivencia en modelos de INFLAMACIÓN
VIRAL, resultaba letal en modelos de inflamación bacteriana”,
explica el estudio. En otras palabras, mientras que los especímenes analizados
morían si tomaban glucosa después de que se les inoculase la 'Listeria
monocytogenes', sobrevivían si tan solo tomaban proteínas y grasas.
¿CÓMO REACCIONA EL
ORGANISMO?
Para entender un poco mejor cómo funcionan estos componentes
en el cuerpo, debemos pensar de qué manera reacciona este cuando es víctima de
un virus o bacteria. Por lo general, uno de los síntomas más habituales, es la
anorexia (nada que ver con la nerviosa), es decir, LA FALTA DE APETITO, un
comportamiento que se repite en toda clase de organismos. Durante décadas, las ciencias
de la salud se han preguntado por el rol que jugaba dicha reacción, ya que
parece ser poco útil. ¿No son una dieta saludable y el consumo de
nutrientes beneficiosos la mejor manera de combatir una enfermedad? Previas
investigaciones habían demostrado tanto que LA ANOREXIA podía
funcionar como un mecanismo de defensa como que solo cumplía esa función en
algunos casos.
'Listeria monocytogenes'. (CDC)
Aquí es donde entran los experimentos de Medzhitov, que
mostraron que, al sufrir listeriosis –poco frecuente en humanos pero muy grave,
con una mortalidad de entre el 30% y el 70%, y que es inducida generalmente por
el consumo de lácteos en mal estado–, las ratas morían si consumían glucosa. En
el caso de SUFRIR INFLAMACIÓN causada por una BACTERIA, el deceso probablemente
era provocado por la supresión de la cetogénesis, un proceso metabólico en el
cual se descomponen los aminoácidos cetogénicos y los ácidos grasos, y que en
caso de ser insuficiente, puede provocar hipoglicemia o shock insulínico, una
concentración de glucosa en la sangre anormalmente baja.
La cetogénesis es el
proceso que se pone en marcha cuando nuestro cuerpo no recibe alimentos, es
decir, cuando empieza a recurrir a la grasa acumulada para obtener energía para
órganos como el cerebro en un prolongado ayuno. Como explica un reportaje publicado
en 'The Atlantic' a propósito de esta investigación, este proceso es clave
durante la sepsis. La glucosa provoca
que se libere la insulina, que señala al organismo que ya no se necesita recurrir
a las reservas de grasas, por lo que el proceso de cetogénesis se detiene.
En el caso de las ratas utilizadas en el estudio, al suministrarse el azúcar, el proceso inflamatorio causó un daño en
el cerebro que provocó la muerte de los animales.
¿Y LOS HUMANOS, QUÉ?
La pregunta del millón. Como suele ocurrir con esta clase de
“prometedoras” (en palabras del autor) investigaciones, el siguiente (y lógico)
paso es comprobar si los mismos efectos se reproducen en humanos, lo que
permitiría avanzar en el tratamiento de la sepsis. El estudio asegura que “dada
la conservación de la adaptación celular y los programas metabólicos en los
ratones y los humanos, nuestros hallazgos probablemente tengan implicaciones
clínicas”. En concreto, a la hora de consumir unos u otros
alimentos cuando el organismo responde a las bacterias a través de la sepsis,
una grave condición ante la que muy poco se puede hacer.
Por ahora, la manera de combatir la sepsis es la
administración de antibióticos por vía intravenosa (IV) y el oxígeno, además de
otros medicamentos que aumenten la presión arterial. Esta investigación ABRE LA PUERTA A UNA POSIBLE INTERVENCIÓN
EN LA ENFERMEDAD (al menos, para contribuir a su ralentización) A TRAVÉS DE LA NUTRICIÓN, a pesar de que hasta el momento LOS
RESULTADOS DEL AYUNO en el tratamiento no han sido muy claros. A juicio
del autor de la investigación, porque
no se había analizado si la enfermedad había sido causada por UNA BACTERIA O
POR UN VIRUS, una diferencia que, como demuestran sus experimentos, MARCA LA DIFERENCIA.
¿PUEDE LA COMIDA SER MEDICINA? Muy probablemente sea tan solo UNA
PEQUEÑA PARTE DE LA COMPLICADA ECUACIÓN que se pone en marcha en
nuestros organismos enfermos, pero el estudio de Medhitov recuerda que “hay
una distinta necesidad de gasolina para el metabolismo dependiendo de la clase
de infección (e inflamación)”. ¿Cuál es el consejo de este célebre
científico, el mismo que proporcionó una controvertida pero influyente
explicación sobre el origen de la alergia? Probablemente, el mismo que darían
nuestras abuelas. SI TIENES HAMBRE, COME. Si no, no fuerces la máquina.
A no ser que seas una rata, claro.
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