EN LA UNIÓN EUROPEA
ABUNDAN IRRACIONALES MOTIVOS ESTÉTICOS
La zanahoria fea: en una sopa, ¿a quién le importa?
EXISTEN DOS TENDENCIAS A LA HORA DE COMPRAR FRUTAS Y
VERDURAS. La
primera es ir al supermercado y detenerse frente al estante de LA
PIEZA MÁS HERMOSA; elegir, de entre ellas, la que destaca aún más, por
brillante y colorida. La segunda consiste en comprar en tiendas de barrio o
ecológicas, también en supermercados, pero sin reparar en el aspecto físico del
alimento: ¿QUÉ MÁS DA QUE SEA FEA, SI SABE BIEN? Los que pertenecen al
segundo grupo (los menos) están implicándose activamente en la lucha contra el
desperdicio de alimentos, que según Food Waste, de la Comisión Europea, se
cifra en casi 100 millones de toneladas al año en la UE (con una previsión de
120 millones para 2020). Algunos supermercados también se suman a la batalla.
Comer con los ojos. Eva Gosenje, nutricionista y miembro de
la comisión de formación de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas
(FEDN), lo tiene claro: “Comemos por los ojos, lo que nos entra
por la vista. Elegir los alimentos solo por la buena pinta se nos ha ido de las
manos, y hoy domina bastante el pijerío”. De la misma opinión es
Alma Palau, presidenta del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas de
España (CGDNE): “NOS DEJAMOS LLEVAR MUCHO POR LA ESTÉTICA”. Hasta el punto,
explica, que un proyecto puesto en marcha en algunos colegios de Alicante para
evitar que se fueran a la basura frutas y verduras feas, acabó yéndose al
traste. “Queríamos apostar por una alimentación más sostenible y optamos en
varios comedores por verduras y frutas ecológicas, piezas más pequeñas y con
menos presencia. El resultado fue que, después de mucho tiempo y esfuerzo,
tanto los niños como los padres se quejaron, y al final exigieron que las
verduras y frutas fueran todas iguales, de forma perfecta”. Pero los
expertos insisten: el aspecto no influye en su calidad nutricional.
La Patata Ridícula: elegida Miss Patata de Puré.
LA PATATA ‘RIDÍCULA’ Y EL LIMÓN ‘FRACASADO’. En Francia, sin embargo, la campaña
Inglorious Fruits and Vegetables (Frutas y verduras sin gloria) ha sido todo un
éxito. La cadena de supermercados Intermarché, con más de 1.800 tiendas, la
puso en marcha hace un año para probar si los consumidores estaban dispuestos a
comprar este tipo de alimentos que no estaban impecables a precios reducidos
(hasta de un 30% de descuento). ¿Cómo de imperfectos? En el vídeo de la
campaña, Intermarché no deja lugar a dudas. Ahí desfilan The Grotesque Apple
(la manzana grotesca), The Disfigured Aubergine (berenjena desfigurada), The
Ugly Carrot (zanahoria fea), The Failed Lemon (limón fracasado), The Hideous
Orange (horrible naranja) y The Ridiculous Potato (patata ridícula). “Estas
frutas y verduras pueden ser feas, pero son tan sabrosas como las perfectas
visualmente”, valora Patrice de Villiers, fotógrafa de la campaña.
SE TIRA LO MÁS BARATO. El fin de estas acciones es evitar el desperdicio
injustificado de alimentos. Según una encuesta de la OCU realizada a 1.287
consumidores, en el 70% de los hogares se tira menos del 5% de la comida, pero
en un 14% de los hogares se tira más del 10%, lo que supone “MUCHA
COMIDA, CON EL CONSIGUIENTE GASTO”, según la organización de
consumidores. ¿Y qué es lo que más se tira? Lo más barato, según el estudio:
frutas y verduras (6%), pan y bollería (4%), carne y pescado (3%) y alimentos
procesados (2%).
La Berenjena Desfigurada: tan barata, que podría estarlo más.
¿DE QUIÉN ES RESPONSABILIDAD? De la cadena por la que pasa el
alimento, desde su inicio hasta el consumidor, según las voces consultadas.
“Parte de la culpa la tiene el consumidor que no quiere comprar frutas y
verduras con alguna marca; pero también el agricultor que hace una primera
selección desechando las que no están bonitas porque sabe que no se las van a
comprar; luego, los intermediarios y las grandes superficies, que se esfuerzan
por presentarlas lo más bonito posible utilizando, por ejemplo, ceras en las
manzanas para que brillen más. Y también hace mucha falta que se promuevan
campañas de sensibilización. SIEMPRE SE HA COMIDO LA FRUTA QUE SE CAÍA
DEL ÁRBOL Y LUEGO VAMOS AL SÚPER Y COMPRAMOS LA MÁS BRILLANTE”, critica
Gosenje.
‘Cuerpazos’ y consumidores exigentes. La portavoz de la
Asociación de Empresarios Mayoristas de Frutas de Mercamadrid, Susana
Carrizosa, indica que los minoristas “no compran nada que tenga mala pinta porque
los consumidores lo requieren. Las tiendas de frutas no quieren nada que no
tenga cuerpazo. Además, hay que añadir que a los españoles nos gustan los
calibres grandes. El consumidor español es muy exigente, está formado en
cuestiones de gastronomía, y no quiere productos que no estén perfectos”.
¿QUÉ PASA CON LAS PROPIEDADES NUTRICIONALES DE UNA FRUTA O
VERDURA IMPERFECTA? La respuesta en unánime. “Son comestibles al 100% y las propiedades están
intactas”, admiten las asociaciones de nutricionistas. De hecho, Mercamadrid,
el gran mercado central que abastece a los comercios de la capital, destina
toda esa mercancía que desecha porque ningún comprador quiere (a pesar de haber
pasado los controles de calidad) a la Fundación Banco de Alimentos de Madrid,
que la distribuye gratuitamente a distintos colectivos desfavorecidos. También,
se suele utilizar para fabricar mermeladas, zumos, potitos, yogures o batidos.
Como claman en Intermarché, La zanahoria fea: en una sopa, ¿a quién le importa?
o El limón fallido, del mismo creador del limón.
EL LIMÓN ‘FRACASADO’.
HASTA CUÁNDO SE PUEDEN
COMER
¿Hasta cuándo podemos ingerir esa fresa con un lunar sin que
haya perdido sus propiedades? Hay unas señales básicas que lo indican. La OCU
dispone de un manual de consumo preferente. En cuanto a las frutas y verduras,
hay que estar atentos a estas señales.
FECHAS. En invierno, pueden durar
aproximadamente “desde una semana hasta los 15 días; en verano, se reducen a
3-4 días”, según Carrizosa.
CAMBIOS DE COLOR. “Si el cambio de color es menor, no
pasa nada, es que está maduro y lo único que puede pasar es que sea algo más
indigesto. Pero hay que estar atentos al momento en el que la pieza se pone muy
oscura, porque seguramente está indicando que hay bacterias y, en ese caso, no
se puede comer”, precisa Palau.
TRAZAS DE BACTERIAS
Y MOHOS. Se
distinguen fácilmente, según la nutricionista. “Son esas zonas entre
blanquecinas con pelusa y verdosas, señal de que ya está mal”.
TEXTURA. “Hay que desecharlas cuando están
excesivamente blandas, porque indica que se está descomponiendo; un ejemplo muy
claro está en el plátano”, añade Palau.
OLOR. Cuando el olor es muy fuerte y
ácido, según la nutricionista, mejor olvidarnos de comerlo: es un signo de que
ya no está en condiciones.
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