LOS ALIMENTOS QUE DAN
AL CUERPO LA ORDEN DE ENGORDAR
LA OPERACIÓN BIKINI, que más de uno comenzó hace ya unos
meses por estética veraniega, llega a convertirse en UNA BUENA MANERA DE INICIAR O RECUPERAR UNA VIDA SALUDABLE, ya que nuestros hábitos no están siendo
los adecuados si nos sobra grasa, según los expertos consultados.
PERO PARA ADELGAZAR DE
FORMA SANA hay que
olvidarse de las dietas milagro y de las cremas reductoras. Hay que ACTIVAR
EL METABOLISMO CON EJERCICIO FÍSICO E INGERIR CALORÍAS, LIMITANDO LOS ALIMENTOS
COMO EL PAN O LOS DULCES A ANTES Y DESPUÉS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA. Hay
que comer para que la operación biquini sea una realidad, puesto que ingiriendo
menos se frena el metabolismo, justo lo contrario de lo que hay que hacer,
explica el médico especialista en Medicina Deportiva Miguel Ángel Peraita.
“Puedo perder peso tres semanas por déficit de calorías, pero
a partir de la última semana se bloquean las hormonas como las tiroideas y la
leptina, y se tiende a engordar más y a tener más hambre”, asegura el doctor. No se trata de
comer menos, sino de suprimir los alimentos que dan la orden al organismo de
que engorde, y que no son las grasas, son los denominados de 'tipo azúcar',
como el pan, la harina, refrescos, zumos y los dulces. “Estos productos generan un
ambiente hormonal que induce a almacenar grasas”, precisa Peraita.
Sin embargo, matiza, SÍ DEBERÁN CONSUMIRSE ANTES Y DESPUÉS DEL
EJERCICIO, DE MODO QUE EL CUERPO APRENDA A UTILIZARLOS PARA QUEMARLOS, PARA
OBTENER ENERGÍA, EN VEZ DE PARA GENERAR DEPÓSITOS DE GRASA. De esta
manera, el cuerpo SE PONE “EN FORMA” y se recupera el control del metabolismo.
En cuanto al ejercicio, el especialista indica que, para
perder peso de forma saludable, debe ser con cambios de ritmo de la actividad
física, aunque en los hombres también funciona el entrenamiento aeróbico, ya
que éste SE CENTRA EN MOVILIZAR LA GRASA ABDOMINAL. No ocurre lo
mismo en las mujeres, según Peraita, que suelen necesitar eliminar la grasa de
caderas y muslos.
ESTE ES EL PLAN DE ACCIÓN DEFINITIVO PARA UNAS VACACIONES EN
PLENA FORMA
¿QUÉ EJERCICIOS AYUDAN
A PERDER GRASA?
Luiz Antonio da Silva, responsable técnico de un exclusivo
gimnasio de Madrid, aconseja combinar los de gasto energético elevado en forma
de circuito y los aeróbicos con musculación. No obstante, asegura que la
disciplina y la fuerza de voluntad son indispensables para lograr los
objetivos. Además de estar acompañado de un profesional que marque las
directrices.
Da Silva recomienda empezar a prepararse cuanto antes para
perder grasa y obtener un resultado óptimo, puesto que apenas se obtienen
beneficios en poco tiempo.
Ambos especialistas coinciden en que la operación biquini puede
ser absolutamente aconsejable, de hecho muchas veces necesaria, PORQUE
CUIDARSE DEVUELVE EL CONTROL DEL METABOLISMO Y LA ENERGÍA. A su vez, la
doctora nutricionista Maribel Lopera advierte, en un comunicado, de que las
grasas no deben eliminarse de forma total en cualquier régimen de
adelgazamiento.
Es más, deben estar presentes en un 10% del total de las
calorías ingeridas al día, aunque sea una dieta de reducción de peso. “En
verano se necesitan menos calorías y la alimentación será más hidratante y
vitamínica y baja en grasas saturadas e insaturadas, pero no hay que
eliminarlas”, subraya el experto.
BESAR SIN RECATO A LA
PERSONA ADECUADA PROTEGE LOS DIENTES
Y otros modos en que nos influye la información genética de
los miles de bacterias que pueblan el organismo
NUESTRO CUERPO ES MUCHO
MÁS QUE GENES. Somos
también los miles de bacterias que habitan en nuestro organismo y su genoma
multiplica por cien el material genético de nuestras células. A estos huéspedes
o microbios pegados en nuestra piel y mucosas no les sale gratis el
alojamiento, sino que trabajan todos los alimentos que digerimos asimilándolos
en forma de moléculas para ayudar al metabolismo de las vitaminas, azúcares,
colesterol o ácidos biliares. Gracias a las técnicas de la genómica, el estudio
de la microbiota podría ser un nuevo paso hacia la medicina personalizada, de
forma que si se logra descifrar su funcionamiento podrían prevenirse futuras
enfermedades asociadas a las alteraciones de nuestras bacterias.
Para entender la microbiota, primero hay que despojarse de
viejos prejuicios. Su imagen se asocia a los patógenos o gérmenes desde que
investigadores del siglo XIX identificaran algunos microorganismos como
vehículos de enfermedades infecciosas. Décadas después, el concepto pasó a
considerarse como una carga innecesaria de bichos en nuestro interior. “En las
facultades de Medicina de los años setenta, las bacterias se entendían como
unos comensales que se aprovechaban de nosotros o que ensuciaban, pero no
molestaban”, recuerda Francisco Guarner, jefe de sección de servicio de aparato
digestivo del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
¿MEJOR CUANTO MÁS
SUCIOS?
Los experimentos con animales completamente libres de
bacterias, o germ-free, significaron
un punto de inflexión a finales del siglo XX al comprobarse que la ausencia de
microbiota se traducía en problemas en el crecimiento, en los sistemas inmune y
endocrino y en el funcionamiento del cerebro y tubo digestivo. “Entendimos
que estar libre de bacterias es peor, porque con los alimentos que comemos
elaboran sustancias que nos sirven como nutrientes que no habíamos ingerido”,
explica Guarner.
“Con las nuevas técnicas hemos descubierto de repente una
variedad de microorganismos que desconocíamos, por eso debemos reconsiderar todos
los axiomas establecidos hasta ahora. Por ejemplo, no podíamos sospechar que la dermis tuviera tanta variedad
bacteriana, de forma que hay más diferencias entre la piel de detrás de la
oreja y de la ingle que entre los microbiomas del desierto del Sáhara y del
Polo Norte”, apunta Daniel Ramón, director científico de la compañía
biotecnológica Biopolis, de Valencia.
EL INTESTINO COMO
SEGUNDO CEREBRO
En el ecosistema del intestino grueso habitan entre 500 y
1000 especies de bacterias. En el colon, una de las residencias preferidas por
estos huéspedes que actúa como una cámara a 37º con movimientos lentos, todo lo
que hemos digerido se mantiene entre uno y dos días, no solo para que los
microorganismos se pongan las botas, sino para que se active nuestro sistema
inmune modulando la tolerancia o defensa frente a los agentes externos.
Pero las funciones que mayor interés despiertan tienen que
ver con la obesidad o la conducta. En 2013 un grupo de la Escuela de Medicina
de la Universidad de Washington demostró que las bacterias transmiten el
fenotipo (rasgos particulares heredados). Se escogieron a gemelos humanos de
los que uno era delgado y otro obeso, y se transplantaron sus excreciones a
ratones libres de bacterias. Los investigadores observaron que los roedores que
engordaban eran los receptores de la microbiota del gemelo de mayor peso,
mostrando que la flora intestinal puede ser clave entre la delgadez y la
obesidad.
LOS MILES DE
MICROORGANISMOS que viven en nosotros podrían tener la
llave de la medicina personalizada si se logra descifrar la asociación entre
enfermedad y los cambios de nuestras bacterias.
Cuando las preocupaciones y el estrés atacan a nuestros
nervios, la digestión se resiente. La explicación reside en el eje que conecta
el sistema nervioso con el aparato gastrointestinal, gut-brain axis, que actúa
como un segundo cerebro, de forma que los cambios de la microbiota intestinal
pueden influir en los circuitos neuronales, en la percepción del dolor o la
ansiedad.
COMO ESE EJE ACTÚA BIDIRECCIONALMENTE,
EL ESTRÉS PSICOLÓGICO PUEDE ALTERAR FUNCIONES Y PERCEPCIONES GASTROINTESTINALES (retortijones) mientras que las sensaciones del aparato digestivo pueden afectar a
las emociones y la conducta (una comida que pone de buen humor). Aunque
se pensaba que la conducta estaba ligada a la especie, una investigación de la
Universidad McMaster de Hamilton, en Canadá, ha demostrado que el
comportamiento depende también de las bacterias de cada especie. El estudio, de 2013, midió con dos razas
distintas de ratones el tiempo que les costaba decidirse a saltar desde una
plataforma: la raza rápida tardaba 20 segundos y la lenta varios minutos.
A esta última, se le injertó microbiota intestinal de la raza rápida y los
ratones lentos empezaron a acelerar su ritmo.
LA LIMPIEZA, ENEMIGA DE
NUESTRA MICROBIOTA
¿Quién no ha sentido que su energía baja al tomar un
antibiótico? Esa falta de fuerza se debe a la acción antibacteriana del
medicamento, que elimina patógenos y a la vez un buen número de bacterias amigas
para nuestro organismo. Pero, tras ese SÍNDROME
DE DEPRESIÓN METABÓLICA, la
microbiota puede llegar a recuperarse por sí misma. “Pensamos que
existen reservorios (conjunto de organismos vivos) en zonas como el íleon,
próximo al apéndice, que restauran la microbiota. Pero todavía no sabemos a qué nivel intervienen la microbiota
interna y la externa que recibimos en la dieta”, explica Andrés Moya,
catedrático de Genética de la Universidad de Valencia e investigador de la
Unidad Mixta de Investigación en Genómica y Salud de la Fundación para el
Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana
(FISABIO).
Cada persona tiene una COMPOSICIÓN BACTERIANA personal y
podría identificarnos al igual que lo hace LA HUELLA DIGITAL
Además del consumo de antibióticos, la pérdida de diversidad
bacteriana se vincula a la aparición cada vez más frecuente de alergias como
resultado del exceso de higiene. En Suecia, un estudio ha analizado los
factores ambientales que influyen en las alergias infantiles al polen de
abedul. Investigadores de la unidad de Neumología Pediátrica del Queen Silvia
Children’s Hospital de Gotemburgo han observado que en las casas donde hay
lavaplatos el riesgo de que los niños sufran alergias es mayor. La clave reside en la temperatura del
agua, de 65ºen el lavavajillas frente a 30º en el fregadero, eliminando
bacterias buenas para la diversidad microbiana.
“También han demostrado que los niños que consumen bacterias
vivas gracias al YOGUR, CHUCRUT o PEPINO FERMENTADOS ayudan a instruir mejor a
su sistema inmune para evitar el error de identificar al polen como enemigo, el
mecanismo por el que se produce la alergia”, explica Guarner, coordinador español
del Proyecto Internacional del Microbioma Humano, un consorcio internacional
que tiene el reto de analizar el catálogo de más de 10 millones genes que hay
en el intestino humano, tras analizar a individuos de América, China y Europa.
Uno de los ecosistemas donde mejor puede observarse la
estrecha relación entre factores ambientales y el equilibrio de la microbiota
es EL
ÓRGANO GENITAL FEMENINO. LA
ACIDEZ DE LA VAGINA, SIMILAR A LA DEL YOGUR, la convierte en un territorio inhóspito para los patógenos.
Pero factores como la elevada frecuencia de las relaciones sexuales o las
duchas vaginales de agua caliente y jabones íntimos neutralizan su pH
eliminando las colonias de lactobacilos, el escudo bacteriano contra la
invasión de microorganismos indeseables. “Los lactobacilos son muy sensibles también
al tabaco, las penicilinas o los antitumorales. Pero, dada la proximidad de
orificios, los patógenos más importantes causantes de infecciones se refieren a
bacterias que en el intestino son buenas pero cuando pasan a la vagina resultan
patógenas”, señala Evaristo Suárez, catedrático de Microbiología de la
Universidad de Oviedo.
UNA VÍA HACIA LA
MEDICINA PERSONALIZADA
La microbiota no solo cambia por la alimentación o los
hábitos. Debido a su plasticidad y dependencia del hábitat, las bacterias
también evolucionan con la edad. “Los niños todavía no tienen establecida su
microbiota. La del bebé es muy distinta de la del adulto, pero no sabemos por
qué cambia. Tampoco podemos definir
qué es una microbiota normal o sana, porque es muy heterogénea según cada
persona. Por eso, el concepto de salud podría estar ahora en cuestionamiento”,
indica Moya, cuyo equipo espera trabajar en cooperación con otros grupos de
investigación para hallar alteraciones de la microbiota asociadas a patologías
como la artritis reumatoide, la colitis por la bacteria clostridium, la
obesidad, diabetes tipo 2, insuficiencia cardíaca, bronquitis crónica, fibrosis
quística, sida, lupus o epilepsia.
Al igual que el ADN, cada persona tiene una composición
bacteriana personal. Un reciente estudio de la Escuela T.H. Chan de Salud
Pública de la Universidad de Harvard, publicado en la revista Proceedings of
the National Academy of Science,
indica que las comunidades microbianas podrían identificarnos al igual que lo
hace la huella digital, demostrando que es posible usar secuencias de ADN de
los microbios residentes en nuestro cuerpo sin requerir ADN humano. “Si
nuestro modo de vida no cambia con el tiempo esto podría funcionar, de lo
contrario algunas de esas huellas desaparecerían. Nuestra microbiota cambia día
a día, por lo que se necesitará tiempo para identificar qué bacterias son
exclusivas de cada persona”, apunta el bioinformático Francisco Codoñer,
director de Lifesequencing, la primera empresa española en secuenciación
genómica que, desde 2012, lleva analizadas más de 8.000 secuencias de
microbioma.
Lo más fascinante son las posibles asociaciones entre muchas
patologías y los cambios en nuestros microorganismos. Pero la incógnita está en
descifrar si son la causa o la consecuencia de una enfermedad. “Si
se lograse entender llegaríamos a la medicina personalizada, porque la misma
composición bacteriana tiene efectos totalmente distintos en cada persona.
Dentro de 20 años se podrá seguir a partir de los perfiles individuales de
microbiota para prevenir patologías”, vaticina Codoñer.
PROBIÓTICOS ‘MADE IN
SPAIN’
Con patentes transferidas a más de 30 países, Proceliac
supuso cuatro años de desarrollo para salir al mercado como probiótico en forma
de leche en polvo para prevenir el efecto inflamatorio asociado a la ingesta
accidental de gluten en las personas celíacas. En 2007, el grupo de la
investigadora Yolanda Sanz, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los
Alimentos del CSIC, aisló la bacteria Bifidobacterium longum ES1, que combate
la gliadina (una proteína), presente en la formación del gluten de varios
cereales, capaz de dar una respuesta antiinflamatoria en el intestino.
Tras experimentar el Proceliac en cultivos celulares y en
animales, secuenciar su genoma y garantizar su seguridad alimentaria en
colaboración con la empresa Biopolis y Lifesequencing, se realizó un ensayo
clínico en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y en el Sant Joan de Reus
con niños recién diagnosticados como celíacos. “Se vio la misma respuesta
antiinflamatoria, pero también se comprobó que su microbiota, como la de otras
personas con inflamación intestinal, sufría un desequilibrio, y con el
probiótico podían reequilibrarla”, explica Daniel Ramón, director
científico de Biopolis. “Recomendamos su uso siempre en una dieta libre de
gluten, porque el celiaco se expone a un montón de trasgresiones
involuntarias”.
Otro probiótico pionero estudiado en España está relacionado
con los patógenos que habitan en la boca. Las caries, que afectan a más del 80%
de la población mundial, parecían no tener remedio hasta que el equipo liderado
por Álex Mira, director del laboratorio de Microbioma Humano en FISABIO, dio
con la clave de por qué en unas personas aparecen y en otras no sin depender
del grado de higiene bucal. “Nuestra paciente cero fue una compañera que
nunca había tenido caries, pero su novio las había padecido antes de conocerla
y ya no las tenía tras estar juntos. Pensamos que podía pasarle bacterias con
efecto protector A TRAVÉS DE LA SALIVA EN LOS BESOS”, recuerda Mira.
Y así fue. Su equipo encontró en las personas libres de
caries mayor presencia de una nueva especie de bacteria a la que llamaron
‘Streptococcus dentisani’, que mata a los causantes de esa enfermedad bucal a
través de las bacteriocinas, antibióticos que de forma natural luchan contra
otros microorganismos formando un escudo. Con función antibacteriana y antiácida para
regular el pH de la boca, el producto Dentisani se encuentra en la fase clínica
con humanos a la espera de llegar al mercado en forma de barniz para su uso
profesional y en forma de pasta de dientes, comprimidos masticables o yogur
para su consumo general.
¿SIRVEN PARA TODO?
Con el punto de mira en nuestra piel y en las mucosas de los
aparatos digestivo, respiratorio y de los órganos genitales, el término
‘probiótico’ acompaña a innumerables productos que prometen promover nuestra
salud aumentando la microbiota en forma de lácteos, zumos, infusiones, grageas,
cremas, champús, tampones o desodorantes.
“Los probióticos
crean fans absolutos y detractores irreductibles. Los probióticos no valen para
todo, solo cumplen una función determinada. HAY
QUIEN DICE QUE LOS PROBIÓTICOS CURARÁN EL AUTISMO. Puede ser, pero dentro
de mucho tiempo. Hay que tener cuidado con los entusiastas”, señala el catedrático
Evaristo Suárez.
Para Daniel Ramón, investigador en biotecnología de los
alimentos, se deben distinguir los productos que contienen microorganismos
vivos que cumplen la definición de la FAO como “SUPLEMENTOS NUTRICIONALES PARA
EL BIENESTAR GENERAL”, y los probióticos para hacer frente a la
diabetes tipo 2 o a la celiaquía, porque en estos se necesita invertir mucho
dinero y tiempo para elaborar el informe científico que demuestre su evidencia
clínica: “No hay duda de que dentro de 10 o 15 años saldrá al mercado un fármaco
que será un probiótico. Las grandes corporaciones farmacéuticas están comprando
empresas especializadas en microbioma o especializadas en probióticos porque se
han dado cuenta de que eso tendrá salida. Pero ese futuro pasará por el rigor
científico. Los probióticos que no cuenten con un informe científico se
caerán”, advierte.
¿QUÉ HAY DE LOS
PREBIÓTICOS?
No hay que confundirlos: LOS PROBIÓTICOS, PRESENTES EN VARIOS
PRODUCTOS FERMENTADOS COMO LA LECHE, EL YOGUR O EL KÉFIR, FAVORECEN EL
CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN MICROBIANA. Los prebióticos, en cambio,
alimentan a nuestros microorganismos a partir de una dieta rica en fibra y
verduras impulsando las bifidobacterias.
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