EL LADO BUENO DE LA INFIDELIDAD Y LA ENVIDIA
BOTERO. ACEPTA TU NATURALEZA
A menudo, el ser
humano alaba la sinceridad en las personas pero LAS VERDADES NO SIEMPRE GUSTAN. ¿Y si la hipocresía fuera tan
necesaria como lo es la sinceridad? Quizás lo que el ser humano debe alabar es
el equilibrio entre sinceridad e hipocresía, "la forma cívica de
tratar a los demás" y la "forma correcta de decir las
cosas". Se puede decir la verdad pero hay que saber cómo
decirla y si la otra persona quiere escucharla y va a saber aceptarla bien.
Gavilán llama "SINCERICIDAS" a las personas
que dicen la verdad "CAIGA QUIEN
CAIGA", ya que se están suicidando socialmente por no saber tratar a
la gente. Reafirmando esto, cita a Oscar Wilde: "es peligroso ser
sincero, a menos que seas también estúpido".
Hay que
distinguir, por supuesto, entre la hipocresía y la hipocresía social. No es que
sea bueno ocultar la verdad en beneficio propio, lo bueno es saber cuándo es
necesario ser hipócrita con otra persona para no hacerle daño y cómo decir las
cosas y suavizar o maquillar la verdad. Algunas personas no están conformes ni
con la verdad ni con la mentira, por eso, con la hipocresía social lo que se
busca es un equilibrio.
Ser hipócrita
social "se asocia a una buena salud mental, provoca una emoción
positiva, aporta paz y se refuerza nuestro sistema inmunológico",
dice el experto.
LA FUNCIÓN SOCIAL
DEL COTILLEO.
La importancia
de cómo decir las cosas también la encontramos cuando analizamos la parte
positiva del cotilleo. Concebido como algo negativo, curiosear y chismorrear
sobre la vida de los demás "también es saludable, terapéutico,
satisface necesidades ocultas y cumple funciones sociales".
El cotilleo
puede ser negativo, "si se cuenta algo dejando que intereses ocultos se filtren,
exagerando y con afán de desprestigiar a otra persona", pero
también puede ser positivo y honrado si "se dice algo de forma honesta y
como aviso, en defensa o bien de otra persona". El cotilleo
tiene, por tanto, una función social innegable.
Gavilán dice el
chismorreo "descarga la tensión emocional, compensa frustraciones y
proporciona una salida verbal a determinados conflictos".
Saber decir las
cosas es fundamental para mantener nuestras relaciones sociales. Ocultar la
verdad o airear la verdad sobre alguien está justificado cuando no se hace con
maldad ni en beneficio propio.
EL MOTOR DE LA ENVIDIA.
Otro defecto muy
común es la envidia. Ese sentimiento de dolor o de desdicha que acecha, de vez
en cuando, al no poseer algo que otro posee y que deseamos. Al igual que con el
cotilleo y con la hipocresía, habría diferentes tipos de envidia, pero esta no
deja de ser un defecto que "sólo sirve para malgastar el tiempo y
concomerse las entrañas".
La envidia
provoca una "disminución del ego, un estado de fatiga mental cuya energía
se malgasta en envidiar por comparación", pero, a pesar de su
aparente carga negativa, como a todo en esta vida, se le puede dar la vuelta.
Sentir envidia puede ser el primer paso para ser ambiciosos. Convertir la
envidia en ambición, hacer que este sentimiento sea una fuerza motivadora sería
algo sano y positivo.
Por otra parte,
el egoísmo ha sido considerado siempre uno de los mayores defectos morales.
Defender los propios intereses y el bienestar sin pensar en los demás,
prestando un exceso de atención al yo, no está bien visto y es una conducta que
causa muchos conflictos, pero, por desgracia, es algo innato.
A pesar de que
las personas tienden a ocultar este defecto, el egoísmo está siempre presente.
La cuestión es saber dominarlo y no dejar que te domine, para lo que hay que
crear un egoísmo positivo "potenciando la virtud de ser
flexible y comprensivo", atendiendo así tanto a las
necesidades propias como a las de los demás.
LA INFIDELIDAD BIEN
ENTENDIDA
Y qué decir de
la infidelidad, esa "traición que impacta emocionalmente a quien la sufre y que es
muy difícil de digerir, al menos en los primeros momentos", dice
Gavilán, pues desencadena rabia, dolor, frustración, dudas, y, a menudo, es la
causa de la destrucción de una pareja.
Sin embargo, el
psicólogo plantea que si la infidelidad es simplemente de tipo sexual, "un
desliz", la pareja podría plantearse valorar la fidelidad
emocional por encima de la sexual, ya que "cualquier experiencia sirve para madurar,
crecer y fortalecer al ser humano" y a la pareja.
Negar los
defectos es inútil, así como intentar eliminarlos de nuestra conducta. Algunos
están ligados al carácter y el este "ESTÁ
CASI INSCRITO EN EL ADN", pero se puede cambiar la actitud que uno
tiene ante distintas cosas de la vida. Por tanto, es bueno asumir la
imperfección, pues "creerse perfecto, superior, o mejor que la media, no es una
buena actitud para progresar como ser humano".
Saber ver "LUCES Y SOMBRAS", actuar con
tolerancia e intentar ver la realidad desde varias perspectivas, es útil a la
hora de descubrir los defectos, sostiene Gavilán. Y es que, aunque nadie es
perfecto, es posible intentar sacar partido a esas desventajas con las que,
inevitablemente, todo ser humano tiene que cargar.
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